Luego de tres años desde su última visita a nuestro país, Limp Bizkit retornó ésta vez al estadio Luna Park. En el marco de su tour Sudamericano y celebrando 20 años de carrera, Fred Durst y Wes Borland, dos muestras vivientes de la antítesis escénica, lideraron un show explosivo.
Pero antes del show de la banda principal fue una local quién encendió la mecha.
La cita comenzó casi puntual con la presentación de Insobrio ( Ulises y Gabriel Lescano, Pablo Pollo Taylor, Agustin Guevara y Nicolas Polo) la única banda invitada, banda que en lo personal nunca había visto en vivo y que me gustó en cuanto a presencia escénica y actitud. Si bien el sonido no acompañò mucho, ellos lograron calentar el escenario y arengar al público que ya, a la mitad de su presentación, estaba empezando a colmar el campo, cosa que destaco ya que no sólo había seguidores de Insobrio entre ellos sino que también muchos que, como yo, tenían la oportunidad de conocerlos en vivo. Con dos canciones de su primer disco Beer Genes (I just want to live -intro Blind- y Till the night has come) y cinco de su último disco Under the Surface (Fear and Deception, Good Times, Deep Down Underground,I’m the monster y The best reward) la banda estuvo a la altura de las circunstancias y nos representó muy bien ante un público que los respetó en todo momento.
Luego del impasse correspondiente llegaba la hora de ver en acción a quienes, a lo largo de 22 canciones (21 si juntamos los covers a medio hacer), convertirian al Luna Park en una verdadera fiesta.
Con una escenografía austera pero temáticamente dispuesta, con la imágen del rostro de un gran payaso macabro con garras afiladas que asomaba en el fondo del mismo, la banda se presenta elocuente ante ya un recinto colmado en el campo y un tanto más en las plateas, en una marea que mezclaba adolescentes y no tanto, bermudas, zapatillas y hasta ejecutivos con traje y señoritas con taco aguja.
Borland y Durst, dos polos opuestos que se atraen y cada uno bien diferenciado en sus personajes ( Borland de inmaculado traje blanco y rostro pintado cual calavera de terror y Durst de infaltable remerón NYC y bermudas gigantes) aparecieron en escena junto a DJ Skeletor (en reemplazo de DJ Lethal),John Otto, el dueño de esa bata potente, y Samuel Mpungu en bajo, quien reemplazó al gran Sam River. Al ritmo de «Boiler» hicieron estallar el estadio, era tal ya en ese momento la cantidad de gente que se sabía que el show sería a pedir de boca.
Sin espacio entre tema y tema, las 21 canciones de Limp Bizkit retumbaron en los corazones de todos esos fanáticos enardecidos. DJ Skeletor haría de las suyas en los intermezzos con joyitas como Turn down for that o Be Faithful, entre otros, convirtiendo al Luna en un verdadero callejón de NYC plagado de rap y hip hop.
A Boiler le sucedieron hits como Why Try, Endless Slaugther, Hot Dog y Rollin’, todos y cada uno de ellos interpretados no sólo con la voz y melodías sino también con el acting que tanto Fred como Wes llevaban adelante. Fred ofició de ensamble en todo momento entre el público y la banda, hablando con la gente, diciendo palabrotas, yendo y viniendo de un lado al otro en una constante conexión con los presentes. Borland se mantenía en su lugar en una postura espectral, como dando paso al showman sosteniendo su imágen. Sin embargo, en un acto inesperado, fue él quien hizo subir a un fan al escenario, quien al grito de aguante Mardel no podía parar de sonreir. Luego de un breve intercambio de palabras, empieza a sonar My Way y el fan, guitarra de Wes en mano, comienza a tocar y el hombre blanco entona la canción con voz lúgubre. Un aplauso y un grito sostenido de la gente ante semejante muestra de afecto para el elegido, y luego de ello Fred toma de nuevo la posta y entona otra vez la canción.
A esta altura el Luna Park ya se mostraba realmente sold out y la gran cantidad de gente no se detenía al ritmo de los aportes del dj y las canciones que una a una eran acompañadas a viva voz por los presentes junto con las rondas y el infaltable pogo.
Llegaron Bring it Back, Gold Cobra, My Generation, otro de sus grandes hits como Livin’ it Up, y Counterfit. Para cuando pasaron todas ellas, Fred ya había recorrido el escenario de punta a punta a puro aplauso, palabras de agradecimiento y arengue generalizado, se había confundido entre el público varias veces -inclusive bajó literalmente del stage y se metió en las plateas a revolear remeras- y nos había invitado sólo a las chicas a una fiesta post show jaja. Todo ante el acompañamiento de una banda de músicos muy bien dispuestos en sus lugares, brindando una real lección del agite del Nü Metal a pura cadencia.
Dos de las perlitas de la noche llegarían con la interpretación de Heart Shaped Box y Smeel Like Teen Spirit, dos covers de Nirvana ejecutados hasta el primer estribillo cada uno. Luego vendría la tercera con Killing In The Name, avivado cover de Rage Against The Machine, canción que provocó la euforia de la multitud.
Ya cerrando la noche, la banda se disponía a ejecutar las últimas canciones de un set extenso, el más largo desde su visita en 2011, y llegó el turno de Eat you Alive, Nookie, Full Nelson -doblete que hizo delirar al público-, Behind Blue Eye (la cuarta perla de la noche emulando a The Who), Break Stuff y la última para despedirse con Take a Look Around.
Sin dudarlo, puedo decir que Limp Bizkit nos hizo viajar por un rato en el tiempo y demostrar que veinte años no es nada pero lo es todo para sus fans. Nos fuimos con ganas de más y con la sensación de haber sido muy privilegiados al ser parte de la fiesta.
Realmente: Primer nivel para un antilunes de lujo en el Luna Park.
Por: Susana Isabel
Agradecimientos: a la producción – Californian Sun Producciones, Ronda Music- y a Juan Manuel Acuña/ HP Prensa por la oportunidad de asistir al show.
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